Ante un 2021 incierto, en el que la recuperación no se espera hasta la segunda mitad del año, la formación es una herramienta clave para recuperar la competitividad.
La crisis sanitaria y económica derivada de la pandemia del covid-19 ha sacudido la economía global. Ante la proliferación de los ERTE, despidos y cierres de empresas, la ciudadanía se encuentra en un momento crucial para dar un revulsivo a su carrera profesional. Algunos indicadores económicos atestiguan el golpe sufrido por la economía española: según Eurostat, el PIB cayó un 23% en el primer semestre de 2020, mientras que la subida en la segunda mitad del año se quedó por debajo del 17%. Los efectos de la contracción se han sentido en el mercado laboral, cuya tasa de paro ha subido hasta el 16%, de acuerdo con cifras del pasado enero, lo que arroja un dato cercano a los cuatro millones de desempleados. La llegada de las vacunas resulta una esperanza, pero para que la economía vuelva a reactivarse a niveles previos a marzo de 2020, es necesario llegar a las previsiones establecidas por el Gobierno (un 70% de la población vacunada de cara al verano).
Ante este escenario, Naciones Unidas ha subrayado la importancia de la educación como herramienta para impulsar la salida de la crisis. En un informe sobre el sector educativo durante y después del coronavirus, la organización hizo una llamada a gobiernos de todo el planeta para repensar la educación y acelerar cambios en el modelo de enseñanza y aprendizaje. Entre los diferentes puntos que se deben potenciar, señala la ONU, se encuentra la eliminación “de obstáculos a la conectividad”.
“Lo que parece evidente es que el mundo que nos vamos a encontrar después de la crisis no es igual que aquel en el que habíamos vivido anteriormente. Por lo tanto, las armas que teníamos no nos van a servir. Esa es la razón por la que tenemos que formarnos”, explica Nacho de Pinedo, CEO de ISDI, la escuela de negocios nativa digital. “La única manera de recuperar la competitividad es adaptándonos al nuevo entorno, y no cabe duda de que este es digital”. En este contexto, la oferta formativa se presenta como una alternativa para todos los profesionales que quieran avanzar, ya sea porque han perdido su trabajo o porque quieren mejorar en sus empresas, adquiriendo nuevas capacidades e impulsando la transformación digital.
Uno de los aspectos que la pandemia ha puesto de manifiesto es la consolidación del canal ‘online‘. Internet fue uno de los motores económicos durante los meses de encierro casero, permitiendo una cierta normalidad en los hogares mientras los comercios, oficinas y escuelas permanecían cerrados. Pero ese auge de las nuevas tecnologías durante los últimos meses ha puesto de manifiesto una importante carencia del mercado laboral español. Según un informe de Infojobs, la mitad de los trabajadores reconoció no estar formándose en competencias digitales antes de la crisis sanitaria. Esa cifra contrasta con el 65% que ya entonces afirmaba que la transformación digital y la robotización habían alterado su puesto de trabajo.
De Pinedo explica que “hay que concienciarse de que no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época” y que, por tanto, “la digitalización va a ir a más”. “Si una persona quiere reconvertirse profesionalmente, lo primero que debe tener en cuenta es qué camino dentro del entorno digital le puede encajar mejor: uno más generalista o más especializado en las tendencias de empleabilidad actuales (data o la gestión de CRM, por ejemplo). Y, una vez claro, volcarse en la formación”, apunta el CEO. No hay que olvidar, además, que los fondos de recuperación se repartirán bajo la premisa de fomentar la inversión en la transformación digital y las políticas medioambientales.
“Una media de 6,5 empresas están compitiendo por cada nuevo profesional titulado en competencias técnicas de transformación digital”
El mercado laboral tras la crisis
Un informe del World Economic Forum publicado el pasado mes de octubre arrojaba datos interesantes acerca del futuro del empleo. El primero, la imparable adopción de nuevas tecnologías como la computación en la nube, el ‘big data’ o el comercio electrónico, a los que había que sumar nuevas oportunidades en terrenos como la encriptación, la robotización o la inteligencia artificial. De hecho, un estudio sobre empleabilidad y talento digital publicado por la Fundación VASS y la Universidad Autónoma de Madrid estableció que “6,5 empresas están compitiendo por cada nuevo profesional titulado en competencias técnicas necesarias para que las empresas den cobertura a sus procesos de transformación digital. Un colectivo de empleadores que podría llegar a los 160.000 cuando existen poco más de 25.000 egresados universitarios y ciclos de FP”.
En este nuevo escenario, acelerado por la recesión causada por el coronavirus, el World Economic Forum advertía de los cambios que se avecinan en los mercados laborales de las economías desarrolladas de cara a 2025. Hasta el 43% de las empresas admitían que tendrán que reducir su plantilla debido a la integración de nuevas tecnologías y un 41% tenía previsto aumentar la contratación de servicios de terceros para tareas especializadas.
En la misma línea, un sector que ha visto alterada su rutina por completo es la del trabajador de oficina. Hasta el 84% de estos empleados, según el informe, está llamados a digitalizarse en su día a día de manera cuasi inmediata y un 44% cuenta ya con las herramientas para trabajar desde sus hogares. “La pandemia ha hecho mucho más evidente la necesidad del cambio. Algo que tenía que ocurrir poco a poco, en un espacio largo de tiempo, ahora debe hacerse inmediatamente. Los negocios tienen que hacer esa transformación digital y para eso necesitan profesionales que conozcan cómo era el entorno anterior y que sean capaces de dibujarles un camino para adaptarse al nuevo entorno. Y por otro, necesitan especialistas que sepan enfocarse en algunas de las áreas clave, como pueden ser data o plataformas tecnológicas, para ejecutar esta transformación”, concluye Nacho de Pinedo.