Los hogares jóvenes pueden tener más dificultades para acumular riqueza. Acceder a una vivienda en propiedad es hoy mucho más complicado, según la OCDE. El covid-19 y su impacto en el mercado laboral acentúa estas barreras.
La desigualdad económica (riqueza e ingresos) dentro de los países es un debate candente. Décadas de crecimiento económico han generado mucha riqueza. El problema es que estos activos (riqueza) están muy concentrados en la parte superior de la distribución, donde predominan los hogares adultos o de edad avanzada, mientras que en la parte baja de la escala de la riqueza se encuentran, mayoritariamente, las generaciones más jóvenes. Unas generaciones que en el pasado han ascendido (de media) en la escala de la riqueza a medida que cumplían años, hasta llegar a ser igual o más ricos de lo que fueron sus padres. Sin embargo, este ‘ascensor de la riqueza’ podría estar atascándose para los jóvenes, según advierten desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Parece razonable que los hogares más jóvenes (por debajo de 35 años) presenten a su vez el menor nivel de riqueza en los países de la OCDE. También puede ser lógico que a la vez tengan que hacer frente a la mayor carga de deuda respecto a sus activos netos. Hasta aquí todo normal. La riqueza es una variable de stock que se incrementa a través de la renta (variable de flujo). Años de rentas (salarios, intereses, dividendos…) permiten a los hogares adultos y mayores acumular una mayor riqueza. Lo llamativo es que esta relación entre acumulación de riqueza y envejecimiento podría estar perdiendo intensidad y poniendo en riesgo la riqueza futura de los jóvenes de hoy (y los que viene) en los países desarrollados.
En teoría y atendiendo a lo que ha ocurrido en el pasado, “una visión dinámica mostraría que los hogares más jóvenes envejecen y acumulan riqueza a lo largo del tiempo, por lo que los hogares jóvenes y con un nivel bajo de riqueza no deberían permanecer, necesariamente, en esa posición”. Sin embargo, esto se está dejando de cumplir, al menos, en las últimas décadas, y el futuro no pinta mejor por varios motivos.
El acceso a la vivienda
“Los hogares jóvenes pueden tener más dificultades para acumular riqueza que en el pasado… existe la preocupación de que las vías tradicionales para la acumulación de riqueza no estén disponibles en la misma medida para los hogares más jóvenes de hoy. Las investigaciones han demostrado que la propiedad de una vivienda está asociada con la acumulación de riqueza, pero los hogares jóvenes tienen cada vez más dificultades para comprar una vivienda a medida que los precios suben, reduciendo su asequibilidad”, sostiene el informe de la OCDE.
Por si esto fuera poco, el documento prevé que los precios de la vivienda sigan subiendo e incluso valora la posibilidad de que se generen burbujas en los precios los activos, impulsando aún más la riqueza de los que los poseen. “También existe el riesgo de que las recientes políticas monetarias, altamente expansivas, puedan contribuir a la formación de burbujas en los activos, lo que podría aumentar aún más la desigualdad de riqueza y ampliar la brecha entre las generaciones más mayores, que poseen más activos, y las generaciones más jóvenes que podrían encontrarse con barreras a la propiedad de estos activos (cuanto más caros más esfuerzo para comprarlos), como unos precios de la vivienda cada vez más altos”.
Por ejemplo, el precio de la vivienda ha avanzado mucho más rápido que los salarios medios en los países desarrollados (mucho más que los salarios de los más jóvenes), por lo que el número de años de renta que una familia necesita para comprar una vivienda en propiedad se ha disparado. En el caso de España ha pasado de 3 años en 1990 a 7 años en la actualidad. Además, la mayor esperanza de vida de la población y unas políticas monetarias muy expansivas están reforzando esta tendencia. El precio de la vivienda ha seguido incluso durante la crisis del covid-19, cuando millones de trabajadores (mayormente los jóvenes) se han visto afectados directamente por el impacto de la recesión.
Un trabajo que analiza el mercado vivienda durante el covid publicado por el Banco de España este martes destacaba que “el deterioro de las perspectivas laborales a raíz de la pandemia también habría inducido cambios en la composición de los compradores de vivienda hacia demandantes de edad y posición socioeconómica algo más elevadas”. Además, el documento reconoce que se ha producido un cierto endurecimiento en los criterios de aprobación y de las condiciones aplicadas a los préstamos para adquirir una casa, lo que de forma general afecta en mayor cuantía a los jóvenes con menores niveles de renta o menor estabilidad laboral.
La dificultad para acceder a una vivienda reduce la acumulación de riqueza de estas personas que tienen que vivir de alquiler. El pago del alquiler se contabiliza como un gasto, mientras que el pago de la hipoteca se considera en parte como un crédito para invertir (con un retorno y un activo). Sin entrar a valorar ventajas e inconvenientes de cada modalidad, si se analiza desde el punto de vista de la riqueza, detrás del pago de una hipoteca de años hay una casa, mientras detrás de años de alquiler no hay nada.
El golpe de gracia del covid
Otra de las vías tradicionales para acumular riqueza son las rentas del trabajo. Los salarios y la estabilidad laboral aumentaron durante años para gran parte de los trabajadores, una tendencia que se ha visto interrumpida en las últimas décadas, afectando sobremanera a los jóvenes. Ahora, “la crisis del covid-19 ha afectado a los diferentes grupos demográficos de manera diferente, esto puede exacerbar las dificultades para algunos hogares y aumentar la brecha entre los hogares más mayores y los más jóvenes”.
El banco Unicredit ha publicado esta semana una nota en la que analiza el impacto de la pandemia en el mercado laboral de la Eurozona, según el género y la edad. “El resultado más interesante es el impacto desproporcionadamente grande que han sufrido los trabajadores jóvenes, para los que el empleo se ha reducido en más de un 6%… estimamos que estos trabajadores representaron casi un tercio del total de los empleos perdidos registrados el año pasado. La resistencia al impacto parece aumentar con la edad de los trabajadores. Los trabajadores de 50 a 74 años han estado casi completamente protegidos de los efectos del covid-19″.
Herencias más tardías
Otra forma (poco agradable en la mayor parte de los casos) de acumular riqueza es a través de las herencias. Esta vía también se encuentra un tanto atascada para los jóvenes. Las herencias se están retrasando, asegura la OCDE. En el pasado se solía heredar de media a una edad más temprana. Hoy, por suerte, la esperanza de vida es mucho mayor, pero analizado desde el lado económico, este ‘retraso’ en la transferencia de riqueza afecta a los jóvenes, que terminarán heredando mucho más tarde y en una etapa de su ciclo vital en la que esa riqueza ya no será tan necesaria como lo podría ser durante la emancipación o durante el nacimiento de los primeros hijos.
La OCDE lo explica de la siguiente forma: “Como resultado de una mayor esperanza de vida, se espera que aumente la concentración de la riqueza entre las cohortes de mayor edad, a la par que se espera que aumente la edad a la que las personas heredan. Las generaciones anteriores se han beneficiado del aumento de los precios de los activos desde el período de la posguerra, mientras que la reciente política monetaria altamente expansiva también puede contribuir a presionar al alza los precios de los activos. Estas tendencias podrían aumentar aún más la desigualdad de la riqueza y ampliar la brecha entre. Por ejemplo, las generaciones mayores que poseen activos (viviendas, acciones…) y las generaciones más jóvenes, que podrían enfrentarse a unos precios de la vivienda cada vez más altos”.
Herencias más desiguales
Además, una riqueza que presenta un reparto cada vez más desigual genera unas herencias cada vez más desiguales. “En el futuro, es probable que el impacto de las transferencias de riqueza sobre la desigualdad se convierta en un desafío cada vez más importante. Las transferencias de riqueza pueden aumentar en valor si continúan las tendencias recientes en los precios de los activos, y en número, a través del envejecimiento de la generación del baby boom… Como la riqueza está cada vez más concentrada y los hogares más ricos tienden a recibir herencias de más valor, también es probable que aumente la desigualdad intrageneracional. Las bajas tasas de fertilidad y unas familias cada vez más pequeñas reducirán el número de personas a repartir esa riqueza, por lo que los herederos recibirán una mayor parte del patrimonio del donante”, advierte el documento de la OCDE.
Con todos estos datos, la OCDE concluye que “es probable que la dinámica de acumulación de riqueza y las transferencias de riqueza exacerben la desigualdad en el futuro”. Por ello, una de las conclusiones a las que lleva el trabajo de este organismo es la necesidad de revisar los impuestos de Sucesiones y Donaciones para evitar que la desigualdad de la riqueza se convierta en un problema económico y social aún mayor.