El ‘maná’ de las pensiones sostiene las comarcas mineras y zonas industriales

Pensionistas protestando

Las prestaciones de jubilación son vitales para la economía de amplias regiones de Asturias, comunidades víctimas de la deslocalización industrial azotadas por el paro y la llamada ‘España vacía’. De la pensión de un minero llegan a vivir tres generaciones.

Ya no quedan minas abiertas y el paro ronda el 25%. Entre los jóvenes el desempleo es endémico y la tasa se dispara hasta el 60%. En las cuencas mineras de Asturias las onerosas jubilaciones y prejubilaciones de quienes trabajaron durante décadas arrancando el negro mineral de las entrañas de la tierra mantienen la economía y son vitales para la subsistencia de unas zonas azotadas por el paro y la ausencia de nuevas industrias.

En casa somos cinco, mi padre, mi madre, mis dos hermanas y yo, que tengo 23 años y solo consigo trabajos esporádicos. Todos vivimos de la paga de mi padre, que tiene 59 años y se prejubiló de la mina, de Hunosa, hace ya una década. La ropa, la comida, los estudios de mi hermana pequeña, la cerveza o el culín de sidra que nos tomamos en el bar… todo sale de la pensión de mi padre. Fue picador y tiene un buen sueldo, de unos 3.000 euros al mes”, dice Santiago, un joven de Mieres.  

Los datos evidencian que las comarcas mineras asturianas se mantienen a flote gracias a los pensionistas. La pensión media de jubilación en España se situó en abril en 1.030,96 euros. En Asturias, con un millón de habitantes y más de 300.000 jubilados, la prestación media es de 1.212,79 euros, la segunda más alta de España después de la que cobran los pensionistas del País Vasco. Mientras, la pensión media de un minero jubilado o prejubilado es de 2.111 euros, según un estudio de Mapfre. El caso de la capital de la cuenca del caudal, Mieres, es paradigmático: entre sus 37.500 habitantes, hay 0,77 trabajadores afiliados a la Seguridad Social por cada pensionista. Un porcentaje totalmente inasumible para el sistema.

“Las Cuencas y sus familias vivimos gracias a los jubilados y prejubilados. Desde que cerraron las minas aquí no hay otra cosa más que paro y las jubilaciones y prejubilaciones. Cuando éstas se acaben y los titulares de las mismas mueran estas zonas también morirán. Serán guetos de pobreza“, opina Santiago.

“Lo hicimos muy mal. Solo nos preocupó que quienes se marchaban a su casa lo hicieran en buenas condiciones y los planes de reindustrialización se quedaron en nada”

Se calcula que el 12% (35.000) de los 300.00 jubilados asturianos son trabajadores de la minería. La mayoría vive en las comarcas mineras, un territorio de 135.000 habitantes en el que las cifras económicas son espeluznantes: una población activa de 65.000 personas de las que 15.000 (alrededor del 24%) están en paro y más de 55.000, jubiladas. “Durante muchos años se advirtió que las comarcas mineras vivían del monocultivo del carbón, y era cierto, no había otra cosa. Ahora, lamentablemente, vivimos del monocultivo de la prejubilación y la jubilación”, explica gráficamente un dirigente sindical que participó con diversos gobiernos en varios procesos de restructuración del carbón y que pide mantenerse en el anonimato. “Lo hicimos muy mal. Solo nos preocupamos de que quienes se marchaban para casa lo hicieran en buenas condiciones, pero los planes de reindustrialización se quedaron en nada. Y así nos va ahora: dependemos de los jubilados. Le hemos dejado un buen ‘marrón’ a las generaciones futuras“, sentencia.

Comarcas mineraszonas industriales en declive, pueblos de la ‘España vacía’ adscritos al programa de viajes del Imserso… En una parte del país, principalmente las regiones sumidas en procesos de reconversión, son los jubilados quienes mantienen la economía. La familiar y las de todas estas comarcas en procesos de reconversión. Una coyuntura que también conocen en otras regiones mineras como las del norte de León y Palencia, presas también del paro y la despoblación, o en zonas que en su día fueron industriales, como la bahía de Cádiz, que debido a las sucesivas reconversiones del sector de los astilleros, son ahora un semillero de prejubilados, jubilados y parados. Cádiz, y en concreto la zona de la bahía gaditana, soportan las tasas de paro más altas de España, con un 40%. Ahora se cierne sobre esta zona la amenaza de cierre de la factoría de Airbus.

“Los jubilados son nuestra principal industria”

Como contraste, en la provincia de Cádiz, con 1,2 millones de habitantes, hay en la actualidad 222.838 pensionistas, el 20% de su población en número redondos. Gracias a las altas cotizaciones que siempre ha habido en la industria naval, los gaditanos disfrutan de la mayor pensión media de todas las provincias de Andalucía, con 1.024 euros mensuales, frente a una media de 922,55 en el conjunto de la Comunidad que preside Juan Manuel Moreno. “No nos engañemos, aquí subsistimos gracias a los jubilados. Hay mucho paro, pero también muchos jubilados y prejubilados de la industria naval y eso nos da vida a taxistas, comercios, bares, restaurantes… Son la principal ‘industria’ de Puerto Real, San Fernando… Nosotros vivimos gracias a ellos“, explica Luis, un taxista de Puerto Real. Una ‘industria’, la de los pensionistas, que cuenta en España con una ‘plantilla’ de 9,84 millones de personas según los últimos datos de la Seguridad Social.

Baños de Montemayor, un pueblo de Cáceres de 775 habitantes, también vive de los jubilados que a través del Imserso viajaban cada año hasta este pequeño pueblo del norte de Extremadura para disfrutar de su balneario y sus termas de origen romano, que datan del siglo II a.C. Así, con sus 10.000 pernoctaciones anuales, mantenían en el pueblo más de 50 empleos directos e indirectos gracias a su consumo en tiendas, bares… Ahora, después de que la pandemia acabara con el turismo, el balneario funciona a medio gas y solo abre los fines de semana. En el pueblo no hay farmacia, varios bares y establecimientos hoteleros han cerrado; la gasolinera al pie de la Autovía A66, la Ruta de la Plata, está abierta únicamente unas pocas horas al día y no hay un solo sitio en el que se pueda comprar el periódico. Sin jubilados, el pueblo languidece. “Es fundamental para nosotros que vuelva el Imserso y parece que se quiere retomar esta actividad en septiembre. Esperemos que sea así”, explica la directora del balneario, Elisa Cruz.

Esperemos que vuelvan pronto al balneario los jubilados porque el pueblo se está muriendo poco a poco. Nosotros aquí lo notamos mucho”, decía este martes, al otro lado del mostrador, la empleada de una empresa de productos cárnicos especializada en chacinas ibéricas. “El balneario es clave y el principal motor económico del pueblo. Nosotros teníamos menús concertados con el balneario y tras la suspensión de los viajes nos tuvimos que reinventar, pero no es lo mismo”, dice un hostelero del pueblo. Como Baños de Montemayor, en nuestro país hay otras ochenta villas termales, la mayoría en la ‘España vacía’, adscritas al programa de viajes del Imserso, que en 2019 dejaron en estos pueblos 403 millones de euros solo en pernoctaciones.

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