Lo mismo que sucede en los demás países del Tercer Mundo, en Benin tampoco ha habido pandemia.
Las cuentas oficiales de la OMS apenas pueden atribuir 130 muertes al coronavirus, a pesar de lo cual el gobierno ha impuesto el estado de guerra, prohibiendo las reuniones y los actos políticos, culturales y festivos.
En el Tercer Mundo no ha habido pandemia porque no hay un sistema sanitario público consolidado, que es quien crea este tipo de alarmas. Los médicos apenas atienden a determinados sectores sociales privilegiados, que siempre radican en la capital y en alguna ciudad populosa más.
El personal sanitario es el radar que detecta las enfermedades y los fallecimientos. Muchas enfermedades solo llegan hasta donde alcanzan los trabajadores de la salud, y como lo que no se conoce es como si no existiera, no se puede tratar, y mucho menos curar. En otras palabras, sin un sistema público de salud no se podría vacunar a la población, aunque existiera una verdadera epidemia.
A veces ni siquiera es suficiente con que haya profesionales, sino que son necesarios además hospitales, laboratorios y equipos médicos, como las PCR. Cuantos más aparatos existan y cuanto más tiempo estén en funcionamiento, más “casos positivos” encontrarán y, en consecuencia, mayor será la epidemia y mejor se ocultarán sus causas, que son siempre las mismas: el expolio de los medios de vida y las condiciones de trabajo y habitabilidad de la población.
Para crear la pandemia en Benin, el Banco Mundial ha implementado un programa de equipamiento médico, poniendo muchos millones de dólares encima de la mesa (*), que tienen un efecto multiplicador: tras ellos llegará más dinero de fundaciones, ONG e instituciones internacionales. Naturalmente, la cobertura ideológica es la de una “ayuda desinteresada”, es decir, beneficencia sin ningún ánimo de lucro porque la salud es siempre lo primero y está por encima de todo.
“La ayuda del Banco Mundial a los laboratorios de Benin ha aumentado la capacidad de realizar test”, dice el comunicado oficial. Desde el mes de abril han puesto en pie 13 laboratorios en un país que hasta ahora carecía de ellos. Ya tienen cámaras térmicas en 15 puntos fronterizos, 89 centros de detección y 5 de tratamiento gratuito. Gracias a las nuevas instalaciones han podido realizar tests a más de millón de personas.
El programa del Banco va acompañado del típico lavado de cerebro a fin de que población sea capaz de ver lo que no existe. Lo llama “estrategia de comunicación y movilización”, con más cien “sesiones de formación” que han impartido en las seis lenguas locales, a fin de que nadie se escape a la propaganda, ni los trabajadores de sanidad, ni los alumnos y profesores de las escuelas, ni los periodistas… Nadie.
Los dólares del Banco pagan el hotel a los viajeros que llegan al aeropuerto para que guarden la cuarentena correspondiente, así como la hospitalización de los “pacientes de covid” que quedan hospitalizados, es decir, que los hospitales ordenan a los médicos que diagnostiquen a los enfermos como “covid” porque de lo contrario no cobran las “ayudas” del Banco.
Con un año y medio de retraso, lo que está haciendo ahora el Banco Mundial en Benin es lo mismo que hicieron en los países desarrollados al comienzo de la pandemia: suministrar mascarillas para 6.000 trabajadores sanitarios, instalación de dos hospitales prefabricados, 40 armarios para preservar la cadena de frío, 9 ambulancias totalmente equipadas… También han llevado al país africano los primeros aparatos PCR, por lo que no se sabe cómo hasta la fecha lograron sin ellos diagnosticar los “casos positivos”.
Para que la pandemia triunfe en Benin es necesario que los profesionales sanitarios se llevan su parte de la tajada y, hasta el mes de abril, más de 1.900 de ellos se habían beneficiado directamente del “apoyo” del Banco Mundial. El remate de la operación son 30 millones de dólares para vacunar en masa. Por eso no es de extrañar que las subvenciones de la pandemia hayan logrado tantos adeptos. Si con solo 127 muertos Benin ha logrado este río de dólares, otros países tienen que esperar mucho más. Solo es cuestión de que los médicos hagan buenos diagnósticos y buscar “casos positivos” debajo de las piedras.
(*) L’efficacité du Bénin dans la lutte contre la pandémie de COVID-19