La directora del FMI ordenó manipular el informe Doing Business para favorecer a China

Kristalina Georgieva - FMI

Arabia Saudí también habría salido beneficiada de estas manipulaciones. Tras el escándalo, el Banco Mundial dejará de publicar el informe.

El Banco Mundial anunció la pasada semana que pondrá fin al proyecto Doing Business, un influyente informe anual cuyo objetivo declarado era medir las facilidades para hacer negocios en los distintos países del mundo. La noticia tendrá implicaciones significativas para las decisiones de la entidad, que a menudo vinculaba sus programas de apoyo económico a países en vías de desarrollo al resultado que obtenían en el informe.

Las dudas sobre el proyecto comenzaron hace tres lustros. Uno de los mayores críticos del informe ha sido el catedrático de la Universidad Pompeu Fabra, Benito Arruñada, quien ya en 2007 alertaba sobre las carencias del proyecto e informaba sobre la importancia de entender la facilidad para hacer negocios de manera más integral y menos simplista.

Durante la década siguiente, las dudas sobre el Doing Businesssiguieron creciendo. En 2018, el entonces Economista Jefe del Banco Mundial, Paul Romer, declaró al Wall Street Journal que el estudio tenía una metodología “errónea” e “injusta”. Romer, que ese mismo año recibió el Premio Nobel de Economía, presentó su dimisión y abandonó la institución.

Tras lo ocurrido con Romer, el Banco Mundial se vio obligado a encargar una auditoría independiente que ha revelado, por ejemplo, que, entre los años 2017 y 2020, la actual directora del Fondo Monetario Internacional y entonces consejera del Banco Mundial, Kristalina Georgieva, se aseguró de “presionar” a los investigadores involucrados en el proyectopara “mejorar” la puntuación asignada a China.

La auditoría, conducida por el bufete internacional WilmerHale, ha incluido el análisis de 80.000 documentos internos, además de cuarenta entrevistas con trabajadores de la entidad. El documento resultante deja muy mal parada a Georgieva, quien se habría “involucrado directamente en el empeño de mejorar la clasificación de China”. Algo similar habría ocurrido con Arabia Saudí, cuyos resultados habrían sido manipulados para trasladar la impresión de que se trata de un país donde sí es fácil hacer negocios.

Para lograr sus objetivos, Georgieva sugirió todo tipo de cambios en el proceso metodológico o la composición del ranking que jerarquiza a los países según su respectiva evaluación. Según uno de los técnicos entrevistados por los auditores, la entonces consejera del Banco Mundial y hoy directora del Fondo Monetario Internacional le trasladó a sus subordinados que, a base de manipular los datos para beneficiar a China, estaban “aportando su granito de arena al multilateralismo”. De igual manera, la auditoría revela que el presidente de la institución, Jim Kim, estaría al tanto de estas malas prácticas.

Las informaciones que ahora salen a la luz afectan al proceso de elaboración del informe en 2017 y 2019, de modo que los estudios que están en la picota son los publicados en 2018 y 2020. Precisamente en estos años, el Banco Mundial estaba inmerso en una campaña de ampliación de capital para la cual esperaba contar con el apoyo de China.

Entre los muchos desafíos que tiene por delante el mundo, la Unión Europea y, por supuesto, España para las próximas décadas, sin duda uno de los más fundamentales, sino el que más, es la descarbonización de la energía. Pese a los esfuerzos y la fuerte reconversión que ya está impulsando el sector energético, la realidad es que aún queda mucho por hacer para electrificar la economía.

En este sentido, la Unión Europea es especialmente ambiciosa al proponerse la reducción en al menos un 55% —en comparación a 1990— de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y la neutralidad del carbono para 2050. Para cumplir con estos objetivos, la electrificación no solo es importante, es imprescindible.

Así, las compañías de los sectores energético y eléctrico, incluidas las distribuidoras, están inmersas desde hace tiempo en un proceso de transición que pasa principalmente por la generación basada en energías renovables y el consumo dirigido hacia la electrificación de la demanda. En definitiva, la electricidad, basada en energía renovable, es la solución más eficiente y rentable: limpia, barata y de alto rendimiento.

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