McKinsey: Media España tiene el mismo futuro laboral que Laponia

Laponia

Los nuevos puestos de trabajo se crearán en regiones punteras y la mayor parte de la Península quedará rezagada

Abba cantaba The winner takes it all y en materia de empleo esta es la realidad que anuncian los expertos para la próxima década: las regiones más dinámicas de Europa concentrarán la creación de empleo y aquellas más rezagadas y con altas tasas de paro apenas crearán nuevos puestos de trabajo. Una situación que puede situar a España como uno de los países perdedores de la próxima década.

Un estudio de la consultora McKinsey, The future of work in Europe , ha identificado 1.095 mercados de trabajo locales que ha agrupado en 13 categorías desde las megaciudades (París y Londres) y los hubs superestrella (entre las que sitúa a Madrid), a las regiones rezagadas, que incluyen a casi media España. Aquí la consultora identifica también el eje del Ebro como una zona diversificada (con presencia de industria y servicios) y los “paraísos turísticos” de la costa mediterránea, entre los que incluye a Catalunya.

“Ese epígrafe en el informe da una visión reduccionista de lo que es la economía catalana”, advierte Germà Bel, profesor de Economía de la Universitat de Barcelona. Y es que el propio estudio reconoce que Barcelona destaca entre las zonas turísticas por “un crecimiento del empleo y del PIB real particularmente rápido, así como por la formación de su fuerza laboral y su capacidad de innovación”.

“Barcelona está entre las 48 ciudades motoras de la economía europea”, reconoce Javier Feijoo, socio de McKinsey en Madrid, que sitúa a ambas capitales “entre las 10 primeras en crecimiento del empleo en profesiones tecnológicas”. Las dos capitales, asegura Feijoo, son las dos bazas de la economía española para no perder el paso en el futuro del empleo, junto con la zona industrial del norte de España y el turismo.

En cambio, reconoce, media España está en las zonas rezagadas (buena parte de Andalucía y las dos Castillas), las que tienen el sector público como principal vivero de empleo en áreas como la sanidad y educación (también Andalucía, Castilla y Extremadura) o las envejecidas (Galicia). Son zonas donde vive el 40% de la población. “Su futuro no es tanto un aumento del paro, sino el envejecimiento y la despoblación, porque los jóvenes irán a buscar oportunidades a zonas más dinámicas”, asegura.

El informe de McKinsey sitúa a España en la periferia de la fortaleza económica europea que tiene su corazón alrededor de Alemania Occidental, en una macrorregión que llega al sur de Escandinavia, el este de Gran Bretaña, Suiza, el norte de Italia y zonas de Polonia o Chequia. La mayor parte de Francia ya forma parte de la Europa menguante, junto con zonas tradicionales retrasadas como el sur de Italia, Portugal, Grecia y el Este de Europa.

McKinsey - UE Empleo

“El sur de Europa no ha logrado desarrollar un modelo de economía productiva”, señala Josep Oliver, profesor emérito de Economía Aplicada de l a UAB, que destaca el contraste con Alemania, que ha irradiado su industria a los países del este donde se han instalado sus proveedores, o los países nórdicos, que pese a su pobreza de recursos naturales han logrado ser líderes mundiales en tecnología, como el 5G.

“En España y en concreto en Catalunya hemos sufrido un retroceso que podía haberse evitado”, lamenta Oliver. Así, explica, en Catalunya la industria generaba el 30% del empleo en el año 2000 y hoy es apenas el 14%. “Pudimos tomar medidas para hacer a nuestra industria más competitiva, como apostar por la I+D, la formación profesional e infraestructuras que impulsasen la productividad”. Ahora, lamenta, cada crisis dispara el desempleo y obliga a apostar por sectores que crean mucho empleo poco cualificado, como turismo y construcción, en un círculo vicioso.

La fortaleza de Madrid, que destaca McKinsey, tampoco es suficiente para sostener el empleo en España. “Madrid no es Londres ni París: no es un foco de atracción internacional y su fortaleza depende de lo que pase en España: si se vacía se queda sin fuerza”, advierte Esteve Almirall,profesor de Innovación y experto en Smart Cities de Esade.

Germà Bel recuerda que a largo plazo el crecimiento de Madrid se ha debido al aumento de población, pero no ha aumentado su riqueza relativa: en 1986 su PIB per cápita era el 136% de la media española y hoy es el 135%. Una estabilidad que también se da en la economía catalana, en el 118%. Bel señala que Madrid se beneficia del efecto capitalidad, que concentra en la ciudad sectores como el financiero o el audiovisual, en los que la distancia con la mayoría de los consumidores, que viven en la costa, no es un hándicap. También el sector público e industrias, como la construcción, que dependen de la financiación pública, impulsan su empleo. El efecto capitalidad, señala el informe, hace que sean también “hubs estrella” ciudades como Roma, Sofía, Bucarest o Varsovia.

En Barcelona, por su parte, el turismo mantiene miles de empleos poco cualificados y es además una de las claves del dinamismo en otras industrias de alto valor añadido, explica Almirall. “El turismo es nuestro petróleo. No solo genera el 20% del PIB de Barcelona y el 15% de Catalunya, sino que genera sinergias como atraer profesionales a los congresos, estudiantes a las escuelas de negocios, mano de obra muy cualificada, conexiones aéreas e inversiones. No hay que demonizarlo, sino aumentar sus sinergias”, concluye.

La polarización regional es una de las mayores amenazas para el empleo en España: según McKinsey las zonas más dinámicas de Europa, donde están hoy el 20% de los empleos, tendrán el 35% de los puestos de trabajo dentro de una década, porque acapararán más de las mitad de los empleos que se creen. Las zonas estables mantendrán su peso y las que están en retroceso, en las que hoy están el 27% de los empleos, tendrán apenas el 12% dentro de una década.

Las zonas más dinámicas crecen porque albergan empresas punteras, que crecen y que contratan personal de alta cualificación, con buenos salarios, lo que permite que en esas zonas crezca el empleo poco cualificado en el sector servicios. En las zonas retrasadas, donde se concentran los trabajadores menos cualificados, el empleo se reduce por la menor vitalidad de su sector servicios. La industria y la agricultura, por su parte, destruyen empleo desde los años setenta.

Las zonas de crecimiento, según McKinsey, necesitarán sumar 2.5 millones de trabajadores en una década. Para ello, a las migraciones internas en cada país se sumarán las internacionales. Feijoo recuerda que en cinco años la emigración intracomunitaria se ha doblado, hasta los 16 millones de trabajadores, procedentes sobre todo de la Europa del sur y del este. Esto, unido al envejecimiento del continente, generará una falta de mano de obra cualificada en muchas regiones, que acelerará la salida de empresas.

“Los gobiernos pueden tomar medidas para aumentar la cohesión regional interna, como animar a las empresas a abrir filiales descentralizadas, inversión directa y en la formación de los trabajadores de esas zonas, donde suelen quedarse los menos formados”, señala Feijoo.

Oliver, por su parte, lamenta que “a las administraciones en España les ha faltado sentido económico. Nunca han tenido como prioridad aumentar la competitividad del trabajo, del capital o del conocimiento, que son las bases para hacer una economía sólida. Tendríamos que avergonzarnos como sociedad por la cantidad de personas que se están quedando por el camino”.

McKinsey, La Vanguardia

Esta información ha sido ampliada en este documento:

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