“En junio del año pasado nos sentimos engañados, cuando nos dijeron que todo había pasado”, lamenta el gerente de Madrid Souvenirs.
La pandemia de coronavirus ha hecho mella en la economía española, especialmente en servicios como la hostelería, el comercio o el turismo. Pero existe un sector específico que se ha visto castigado de manera fulminante desde que las primeras restricciones sanitarias empezaron a aplicarse en marzo del pasado año: los souvenirs. La ausencia de turismo nacional e internacional se suman a la ya de por sí mala situación para la actividad comercial, lastrada por las continuas restricciones y las crecientes tasas de ahorro precaucionario.
Un mal sueño
Madrid Souvenirs es una de las marcas del sector con mayor presencia en la capital española. Su gerente, Kiko Bartolomé, nos relata el drama: “Hemos pasado por todo tipo de crisis, desde la erupción de un volcán que te deja 15 días sin turistas, hasta los atentados del 11-S. Pero nada comparado con esto: es un mal sueño. Día tras día la caja a cero no se soporta”.
Kiko forma parte de una tradición familiar de comerciantes, que comenzó su actividad empresarial en 1998. De esta forma, 30 miembros de la familia mantienen en pie un negocio que engloba, por un lado, a Madrid Souvenirs, que cuenta con socios repartidos por toda España, así como a Alpargatus, su marca de calzado artesanal.
La línea de Alpargatus ha caído en ventas un 80%, mientras que el conjunto del negocio lo ha pasado aún peor: “Nuestro grupo tenía 44 tiendas en toda España. Ahora nos hemos quedado con 25. Comparando con 2019, las caídas de ventas han sido entre un 80 y un 97%. Una tienda que hacía 3.000, ahora hace 90″, explica Kiko, que no oculta su desolación e impotencia.
El empresario reconoce que tienen que pagar alquileres de hasta 28.000 euros en tiendas que apenas hacen 6.000 euros de caja. Destaca, además, que mantienen a 80 trabajadores en ERTE, aunque siguen pagando los seguros sociales de toda la plantilla, lo que les ha llevado a agotar los créditos ICO: “No tenemos dinero ni para pagar la luz. Espero que de los 11.000 millones que ha anunciado el Gobierno nos llegue algo, porque, si no, tenemos que cerrar”.
“Nos dijeron que todo había pasado”
“En junio del año pasado nos sentimos engañados, cuando nos dijeron que todo esto había pasado. Como tontos, abrimos todo, mantuvimos la plantilla y los alquileres, y pensamos que la temporada se podía arreglar. Sin embargo, en 2020 hemos perdido más de 3 millones de euros“, lamenta Kiko, que afirma que ahora tienen que vender a precio de coste.
El empresario también denuncia la falta de ayudas. Asegura que la única rebaja de impuestos ha sido la bonificación del IBI y del IAE del Ayuntamiento de Madrid. “Lo único que harán es, cuando estemos muertos, poner una lápida en cada tienda”. “Mi mensaje al gobierno es decirle que se acuerde de quién paga las cotizaciones sociales, quien contribuye al PIB, quien paga los impuestos en este país. Necesitamos ayudas directas y que se reestructuren los ICO a las empresas solventes. Si esto no funciona tenemos que cerrar en 1 mes”.
Para tratar de luchar contra esta situación, Kiko no se ha quedado quieto, y ha contribuido a crear la plataforma SOS Souvenirs. Una de las reivindicaciones es lograr un epígrafe fiscal más adecuado a su actividad, ya que en la actualidad se les considera como ferreteros, lo cual les afecta a la hora de recibir las ayudas. Además, es vicepresidente de la Asociación Nacional de Negocios Turísticos (ANNTUR), que pone a disposición de todos los que requieran de su apoyo.
Por último, Kiko tiene en mente la idea de crear la cadena del recuerdo. Para ello, necesita la ayuda de los vecinos, para que se acerquen a sus tiendas de souvenirs y le compren un regalo a un amigo o familiar que viva en otra ciudad o país. Y es que, ante la ausencia de turismo, el consumo local se convierte en la única salida.
Artesanía granadina
Caso algo distinto es de Óscar y Laia, una pareja de granadinos que se dedica al negocio de la artesanía y los souvenirs. Concretamente, Óscar regenta el taller Artesanía Beas Bimbela, un negocio familiar al que ha dedicado sus 25 años como autónomo. De hecho, es uno de los pocos artesanos que sigue trabajando la taracea, una técnica artesanal milenaria.
Las obras producidas en el taller se venden a importantes centros turísticos como la Alhambra, así como a otras tiendas de toda España, o para regalos de empresa y eventos como bodas o bautizos. A su vez, buena parte la artesanía se pone a la venta en la tienda que gestiona su mujer, Laia, y que lleva abierta desde verano de 2018: Taracea Beas Bimbela.
Pero el coronavirus ha frustrado las buenas expectativas de este negocio. “En el taller tenía a 7 empleados y ahora está sin funcionar, tuve que cerrarlo en marzo de 2020″, nos explica Óscar. Por su parte, la tienda de Laia sigue abierta, y mantiene a una persona en ERTE. Precisamente este ERTE ha sido una de las pocas ayudas que ha recibido, aunque tiene que seguir abonando las cuotas de la Seguridad Social. “Tuvimos dos mellizas y no me dieron el cese de actividad al haber cobrado ya la baja de maternidad”, lamenta Laia.
Las cifras son demoledoras: en 2020, sus ventas cayeron un 80-85%. “Lo único que nos ha salvado es la campaña navideña, ya que la gente de Granada se volcó para intentar ayudar al pequeño comercio”, explica la pareja granadina.
El matrimonio, que lo tiene todo invertido en el negocio de la artesanía, se niega a tirar la toalla. Para tratar de salvarlo, pidieron dos ICO de 20.000 euros, uno para el taller y otro para la tienda, y recientemente han solicitado otro más, en el que depositan todas sus esperanzas: “Si no nos dan esto, tenemos que cerrar”, relata la pareja, que se siente engañada por las autoridades: “Dijeron que la crisis iba a ser corta, pero ya llevamos un año, y lo que queda”.
Laia y Óscar también se quejan de las inexistentes rebajas de impuestos en un momento tan complicado: “Seguimos pagando los mismos impuestos por los módulos cobremos o no cobremos, facturemos más o menos. Sentimos impotencia al ver que en otros países se está ayudando a los pequeños comerciantes, cuando aquí trabajamos lo mismo”.