El FMI alerta de que la deuda global iguala por primera vez al tamaño de la economía mundial

FMI Kristalina Georgieva

El Fondo insta a diseñar planes de consolidación fiscal a medio plazo en países como España que se sitúa entre las economías desarolladas con más deuda (123%) y déficit (14,1%).

El coste de afrontar la pandemia del coronavirus supondrá una factura tan inédita que está a punto de elevar el endeudamiento global hasta el punto de igualar, por primera vez en la historia, el tamaño de la economía mundial.

Así lo ha advertido este miércoles el Fondo de Monetario Internacional en su análisis de otoño sobre la situación fiscal de la economía internacional, marcada por la recesión generalizada que deja el virus.

“La crisis del Covid-19 ha devastado la vida de las personas, sus trabajos y negocios. Los Gobiernos han tomado medidas enérgicas para amortiguar el golpe, por un total de 12 billones de euros en todo el mundo”, expone el Fondo, que reconoce que esta batería de medidas fiscales “han salvado vidas” y empresas, pero también han resultado muy “costosas”.

Semejante incremento del gasto público internacional, unido a la fuerte caída de ingresos tributarios como consecuencia de la parálisis de la actividad impuesta para contener la propagación del virus, detalla, “han llevado la deuda pública mundial a un máximo histórico cercano al 100% del PIB”.

En el caso de España, que ya se situaba cerca de estos niveles antes de la nueva crisis, con un 95,5% de deuda sobre el PIB a cierre de 2019, la debacle supondrá salta al 123% este año y seguir en torno al 118% en 2025, según las estimaciones del fondo.

Este asume que el gasto público pasará este ejercicio de suponer el 41,9% del PIB al 52,7%, mientras que los ingresos caerán del 39,1% al 38,6%, arrojando un déficit del 14,1% frente al 2,83% con que cerró 2019.

El Fondo se muestra comprensivo con semejantes desviaciones de las cuentas públicas. “Es demasiado pronto para que los gobiernos retiren el apoyo excepcional”, prestado, dice, animando a los países a mantener en marcha las políticas de expansión fiscal para ayudar a superar la crisis y a consolidar la recuperación.

Sin embargo, el organismo que dirige Kristalina Georgieva insta a los estados a comenzar a diseñar planes de consolidación fiscal a medio plazo que permitan acometer reducciones de deuda y déficit en los próximos años para compensar el sobreesfuerzo actual.

La posición de España

España será de uno de los países que mayor esfuerzo tenga que realizar en este campo. Después de todo, el FMI ha señalado al país como la economía desarrollada más golpeada por la crisis, con una caída del PIB para este año del 12,8% y un impacto no menor en sus cuentas públicas.

Como resultado, el nivel de deuda pública sobre el PIB de España se situará a cierre de 2020 como el séptimo más alto dentro de las economías desarrolladas, y el decimosexto en el ranking mundial.

Quedan por encima Japón (266%); Grecia (205%); Italia (161%); Portugal (137%); Singapur (131%) o Estados Unidos (131%).

Del lado del déficit, España salta al quinto puesto del podio mundial de mayores agujeros fiscales por detrás de Canadá (19,9%); Estados Unidos (18,7%); Reino Unido (16,5%) y Japón (14,15%), y en el puesto decimoséptimo a escala global.

El mundo sobre un barril de pólvora

La factura de esta crisis, como se sabe, no solo se mide en términos de salud pública: 1,08 millones de muertos hasta este miércoles, según la Universidad Johns Hopkins. El coronavirus también arrastrará a la pobreza extrema a más de 100 millones de personas en todo el planeta, según el Fondo Monetario, rompiéndose una tendencia decreciente desde el inicio de la globalización. Pero es que, si se miden sus consecuencias dramáticas sobre las cuentas públicas, el efecto de la pandemia es demoledor: el mundo se sienta hoy sobre un barril de pólvora en términos de deuda soberana superior a 68 billones de euros (algo más de 80 billones de dólares).

Esto quiere decir que los Estados, por primera vez desde que hay registros, deben tanto como sus economías son capaces de producir en un año. O lo que es lo mismo, el endeudamiento público representará el 100% del PIB entre 2021 y 2025. En el caso de las economías avanzadas, que incluye a los países más ricos, la deuda pública alcanzará un histórico 125%.

Y es histórico porque se trata de un nivel solo comparable al que llegó a registrarse en los países ricos durante la II Guerra Mundial, cuando los Estados tuvieron que endeudarse hasta las cejas para financiar el conflicto (ver gráfico).

El caso más extremo seguirá siendo Japón, con un endeudamiento equivalente al 264% de su PIB, mientras que en el otro extremo está Nigeria como referente de los países en vías de desarrollo de bajos ingresos, cuya deuda se situará en torno al 36% durante el próximo quinquenio.

Los datos proceden del último Monitor Fiscal de Fondo Monetario Internacional (FMI), y ponen de relieve una verdad incómoda para muchos gobiernos de las economías avanzadas: es la deuda, en buena medida adquirida por los bancos centrales, lo que está permitiendo a muchos países mantener sus elevados niveles de vida en comparación con los países más pobres, cuya capacidad para acceder a los mercados financieros en busca de financiación es mucho más reducida. Desde el pasado mes de febrero, el Banco de Japón ha comprado (ver gráfico) el 75% de lo emitido por el Tesoro nipón, mientras que en el caso del BCE el porcentaje es del 71%.

Así, por ejemplo, la deuda pública en EEUU se situará en el 137% del PIB en 2025, mientras que Francia, la segunda economía de la UE, soportará un pasivo del 125%. El caso de Italia es muy significativo, porque el elevado endeudamiento se ha convertido en crónico, hasta el punto de que durante los próximos cinco años se situará por encima del 150% del PIB.

Es decir, se viene a cumplir lo que algunos economistas han denominado la ‘maldición de la deuda’, que se produce cuando el endeudamiento se resiste a bajar después de haberse situado dentro de una horquilla que los economistas Rogoff Reinhart ubicaron entre el 90% y el 100%. Incluso China, un país históricamente con un nivel bajo de deuda, un 34% en 2012, alcanzará el 78% en 2025, lo que da idea de las medidas ultraexpansivas aprobadas por Pekín para paliar los efectos económicos de la pandemia.

La excepción entre los países ricos será Alemania, que en 2025, según el FMI, ya habrá recuperado los niveles anteriores a la crisis. En concreto, un 59,5% del PIB. La factura del coronavirus para España, por el contrario, será enorme, nada menos que unos 25 puntos de PIB, o, lo que es lo mismo, más de 250.000 millones de euros.

Suavizar la crisis

La causa de este aumento en vertical de la deuda tiene que ver, lógicamente, con las extraordinarias medidas que se han visto obligados a poner en circulación los gobiernos para suavizar los efectos económicos y sociales del virus, que se concretan en una cifra impresionante. El Fondo Monetario ha estimado que hasta el pasado 11 de septiembre las medidas han supuesto un gasto adicional equivalente a 11,7 billones de dólares, es decir, alrededor de 10 billones de euros, una cifra que supone alrededor de 10 veces el PIB de España en 2020, después del desplome de la actividad económica, que se llevará por delante unos 150.000 millones de euros respecto del valor del PIB en 2019.

¿Y en qué se han gastado ese dinero los gobiernos? Como pone de relieve el FMI, la terapia de choque ha sido financiar los costes de desempleo, reforzamiento de los sistemas sanitarios y otras medidas destinadas a evitar las quiebras de autónomos y pequeñas empresas. Es decir, todavía no se contabiliza la inversión pública que sostenga la recuperación. Y en este sentido, el Fondo recuerda que el gasto en infraestructuras digitales será “fundamental” para promover el distanciamiento social y reducir la brecha digital que exacerba las disparidades en el acceso a la información, la educación y las oportunidades de trabajo.

Según sus cálculos, realizados a partir de una muestra de 400.000 empresas, la inversión pública puede tener un enorme impacto en el crecimiento del PIB y en el empleo durante periodos de gran incertidumbre. Y, en concreto, estima que en las economías avanzadas y de mercados emergentes, el multiplicador fiscal alcanza su máximo superior a dos en los próximos dos años.

Para ser más precisos, aumentar la inversión pública un 1% del PIB en esas economías crearía siete millones de puestos de trabajo directamente, y entre 20 y 33 millones de puestos de trabajo si se tienen en cuenta los efectos macroeconómicos indirectos. Es decir, que la deuda tendrá que seguir necesariamente creciendo en los próximos años para financiar esos proyectos. También la deuda privada, y el FMI estima que en 2019 se cerró con un endeudamiento global equivalente al 225% del PIB, lo que supone 30 puntos más que antes de la crisis de hace una década.

Y seguirá creciendo, sostiene el FMI, porque no es momento de retirar los estímulos fiscales, ya que ello supondría hacer más profundo el agujero en el que ha caído la economía. Y, de hecho, propone que no se retiren los estímulos “al menos” hasta 2021.

5 Días, El Confidencial