Los sanitarios alemanes no se quieren vacunar contra el Covid-19

Alemania - Bandera

Los sanitarios alemanes que rechazan la vacuna alegan «información incompleta o incorrecta» sobre ella. En algunas regiones de Alemania, hasta un 60 o 70% del personal sanitario prefiere no ser vacunado.

En el distrito de Bad Tölz-Wolfratshausen, al sur de Múnich, el Josefistift fue el primer hogar de ancianos en recibir vacunas, el pasado 27 de diciembre. Si bien 56 de los 95 residentes recibieron su primera inyección, solo 17 de los 95 empleados aceptaron ser vacunados. «La disposición es muy moderada», admite la gerente Bettina Emmrich. «La vacuna aún no está completamente desarrollada, eso es un problema para muchos», trata de explicar, «les doy la libertad de elegir, incluso si trabajan en una residencia de ancianos esa es una decisión personal».

«Trato de no influir. Cada uno debe tomar esa decisión por sí mismo», dice a la prensa local Gabi Strauhal, responsable de calidad del centro de demencia AWO, en Wolfratshausen, donde solo la mitad de los residentes, 68, han sido vacunados. «Yo me he vacunado porque creo que solo cuando se extienda la vacuna nos libraremos de las restricciones, pero son los familiares de las personas ingresadas las que deben decidir en cada caso y yo intento no influir en esa decisión».

En algunas regiones el rechazo es del 60%

Personal sanitario y cuidadores de ancianos pertenecen al primer y prioritario grupo de vacunación en Alemania, junto a mayores de 80 años y enfermos crónicos, pero muchos de los profesionales del sector rechazan la vacuna. Dependiendo de las regiones y de los centros sanitarios, hasta un 60% y un 70% prefiere no ser vacunado. El ministro alemán de Sanidad, Jens Saphn, ha hizo la semana pasada un llamamiento a los empleados de instalaciones médicas o cuidadores de ancianos a vacunarse por «responsabilidad de quienes son cuidados y tratados», pero no parece haber sido escuchado.

«La mayoría alega información incompleta o incorrecta sobre la vacuna de ARNm», explica el presidente de la Comisión Permanente de Vacunación (Stiko), Thomas Mertens, «podría suponerse que el personal médico tiene más conocimiento especializado sobre la vacuna, pero no es así, saben solamente lo que dice la empresa productora y difunden los medios de comunicación, y a muchos les resulta insuficiente». «También puede haber motivos psicológicos inconscientes», añade Mertens, «se trata de un colectivo que lleva años reivindicando mejores condiciones de trabajo a los mismos empleadores que han hecho oídos sordos y que ahora llaman a los empleados a vacunarse y hay una reacción automática de rechazo».

«Hasta el momento no se sabe nada de los riesgos a largo plazo»

Ana tiene 27 años y trabaja como enfermera en Berlín. Ni se ha puesto, ni se pondrá la vacuna. «A estas alturas, después de todos estos meses trabajando con pacientes de coronavirus y rodeada de asintomáticos, intuyo que ya he testado el virus sin síntomas, de manera que es mejor que aprovechen las vacunas para las personas que realmente lo necesiten», justifica. «Hasta el momento no se sabe nada sobre los riesgos a largo plazo y yo ya di positivo en un test hace dos meses, por lo que cuento con cierto nivel de inmunidad», explica por su parte Christofer, polaco empleado en la asistencia a domicilio a jubilados en la capital alemana.

El sindicato de trabajadores públicos Verdi argumenta que «para los sanitarios, las condiciones de trabajo no cambiarán después de vacunarse, tendrán que seguir llevando traje protector y mascarilla, y además la vacuna serviría solo para un tiempo, de manera que se convertiría en un procedimiento crónico en su vida laboral, a pesar de lo cual desde el sindicato recomendamos vacunarse, pero en todo caso la decisión debe seguir siendo libre».

Sylvia Bühler, miembro de la junta de Verdi, señala que «después de sopesar todas las oportunidades y riesgos, es recomendable vacunarse por razones de autoprotección y por la protección de la propia familia, a menos que razones de salud graves hablen en contra, pero la vacunación debe seguir siendo voluntaria y debe publicarse más información sobre todos los aspectos de la vacunación».

Esta actitud cuenta con firmes precedentes. Según el Instituto Robert Koch (RKI), solo un 79% de los médicos y casi el 47% del personal de enfermería se ha vacunado recientemente contra la gripe. Con la vacuna contra el coronavirus se aprecia algo menos de resistencia, pero el rechazo sigue siendo amplio. «La disposición del sector es muy irregular. Tenemos instalaciones sanitarias en las que prácticamente el 100% del personal se ha vacunado y otras donde dos tercios la rechazan», calcula Bernd Meurer, presidente de la Asociación Federal de Proveedores Privados de Servicios Sociales, que recuerda que «ni siquiera está claro si puede infectar o no a otras personas con el virus a pesar de la vacunación».

Según la última encuesta de «ARD-Deutschlandtrend», la disposición a vacunar está aumentando en la población alemana en general. Se trata de un sondeo realizado por Infratest Dimap según el cual el 54% de la población admite querer vacunarse contra el coronavirus, es decir, 17 puntos porcentuales más que en noviembre de 2020. Esa disposición a vacunar ha crecido en todos los grupos de edad, pero especialmente entre las personas menores de 65 años. Los más jóvenes siguen menos abiertos a la vacuna mientras a medida que aumenta la edad va disminuyendo la preocupación por los efectos secundarios a largo plazo.

ABC