Caciquismo y política de clientelas en la España de la Restauración

Cacique

De entre las diversas formas que han utilizado los individuos y los grupos sociales para relacionarse con los Estados organizados burocráticamente, no todas han respondido a las reglas formalizadas que obligan al respeto por la igualdad ante la ley – aunque esté restringida a ciertos sectores de la población – y a seguir criterios universalistas, tales como los de honestidad, necesidad o eficiencia, para distribuir los recursos estatales.

La racionalidad no ha acompañado en todo momento al crecimiento de las administraciones públicas en los dos últimos siglos, en los que la imposición de los parámetros weberianos sobre el Estado moderno ha encontrado tenaces resistencias. El particularismo, enemigo de la equidad, ha aparecido en distintos momentos y países en forma de patronazgo, corrupción y localismo, fenómenos distintos pero asociados entre sí en proporción variable, y analizados de forma creciente, en especial los dos primeros, por las ciencias sociales durante los últimos treinta años.

Escribía Marc Bloch que buscar un protector o sentirse orgulloso de serlo son aspiraciones que pertenecen a todos los tiempos. Lo que de modo general puede llamarse, en palabras del politólogo Luigi Graziano, “síndrome clientelista” ha estado presente, en mayor o menor medida, en todos los sistemas políticos conocidos, por lo menos desde la Roma republicana. Se trata de un fenómeno universal, a despecho de quienes han intentado reducirlo al ámbito de las sociedades “tradicionales”. De él no se han librado los Estados occidentales más desarrollados, aunque en estos su acción haya quedado confinada a ciertos ámbitos, como el de las relaciones personales entre los miembros de la elite dirigente. No obstante, en algunos momentos y contextos concretos, el ejercicio del patronazgo político ha adquirido un relieve especial, y se ha convertido incluso en la manera dominante de relación de amplios colectivos sociales con el Estado, de reparto de los recursos públicos, determinando el funcionamiento, la eficacia e incluso la forma de las instituciones, de la administración y, sobre todo, de los partidos y los mecanismos de representación.

Los lazos clientelares, cuya presencia no resulta difícil señalar en la actualidad, han tenido en la España contemporánea un desarrollo y una importancia decisivos, comparables a los de otros países no muy lejanos como los de la Europa mediterránea, y especialmente significativos en algunas coyunturas. En particular, el régimen liberal de la Restauración monárquica(1876-1923) fue caracterizado por sus críticos, siguiendo los dictados regeneracionistas, como el reino de la arbitrariedad particularista de las elites políticas -los oligarcas- y los miembros de sus clientelas -los caciques-, y acabó sus días envuelto en las denuncias de los abusos de unos y otros. Ramón Pérez de Ayala lo expresó mejor que nadie cuando afirmaba en 1917 que “por todas partes, en el mundo oficial, ‘reinaba’ el favor”. La Dictadura del general Primo de Rivera encontró una de sus principales justificaciones ideológicas al proclamar la urgencia de la tarea del “descuaje del caciquismo”, un objetivo asumido ya, paradójicamente, por algunos líderes dinásticos, como Antonio Maura, que habían dispuesto de los instrumentos de gobierno durante largo tiempo sin haber cambiado sustancialmente el sistema.

El término que, en general, designaba de forma aproximada la política de clientelas en la época era el de “caciquismo”, aunque es necesario hacer algunas matizaciones al respecto. Por un lado, “caciquismo” hacía referencia a la manipulación electoral por parte del Gobierno, que incluía el ejercicio del patronazgo político por parte de jefes y caciques, pero también otros métodos. Por otro, no siempre se tenían por “caciquismo” actuaciones claramente clientelistas, como las ligadas al reclutamiento y la carrera de los empleados de la Administración, la famosa “empleomanía”. Bajo la Monarquía restaurada, los dos partidos liberales turnantes y las facciones que los componían, las principales instituciones, como las Cortes, y la vida política en la mayor parte del país estaban moldeados por prácticas clientelares, necesitadas de un análisis detenido del que carecemos.

Este artículo pretende explorar la virtualidad que ofrecen ciertos conceptos desarrollados por las ciencias sociales acerca del clientelismo, para explicar algunas de las características y la evolución de las relaciones sociopolíticas en España durante el último tercio del siglo XIX y el primero del XX, en la creencia de que la precisión conceptual, junto con otras tareas como la comparación, puede perfeccionar el conocimiento de la historia. Serán abordados en primer lugar los problemas de conceptualización que presenta el fenómeno, para a continuación definir su plasmación institucional en el Estado español de la Restauración.

Bibliografía

El Caciquismo En España